Independencia decide: la emoción de una democracia interna que puede cambiar el rumbo de Huaraz

El distrito de Independencia late distinto. Hay una emoción colectiva que se siente en las calles, en los locales partidarios, en los pasillos donde los militantes de Somos Perú se reúnen para algo que trasciende nombres y cargos: decidir democráticamente su futuro.

Las elecciones internas —a veces subestimadas, a veces ignoradas— hoy demuestran su verdadero valor. Son el corazón de un partido vivo. Son la prueba más clara de que la política puede volver a ser un espacio donde la gente participa, elige y se hace escuchar. Y sí, cuando un partido vota, se fortalece. Porque la democracia no se improvisa: se practica.

En el Distrito de Independencia, dos candidatos se disputan la confianza de la militancia: Rafael Sánchez y Wagner Herrera. Ambos con seguidores, ambos con fortalezas, ambos con la esperanza de convertirse en el rostro que represente al distrito en las próximas elecciones. Pero esta vez, la decisión no la toma una cúpula: la toma la gente. Y eso cambia todo.

A todo esto una figura clave es el precandidato a la Provincia: Antonio Noriega Cortez, candidato provincial de Somos Perú. Hoy no solo observa; participa, escucha, conversa, percibe el pulso de una militancia que será decisiva para su propio camino político. Porque lo que ocurra aquí, en Independencia —el distrito con la mayor población electoral de toda la provincia de Huaraz— marcará su estrategia, su mensaje y su capacidad de conexión con la ciudadanía.

Noriega sabe que en Independencia se define mucho más que una candidatura distrital: se define el tono de la campaña provincial, se definen los aliados, se define la energía que llevará el partido hacia las elecciones generales. Por eso su presencia es más que simbólica; es estratégica, es emocional y es profundamente política.

Hoy, los electores de Independencia y Huaraz viven un momento que merece ser recordado. Porque estas internas no son un simple mecanismo partidario: son un acto de fe en la participación, un recordatorio de que la democracia interna es la base de toda legitimidad y un mensaje poderoso hacia quienes creen que la política ya no tiene remedio.