Escrito por: Mayvelin Pajuelo León, estudiante de la maestria en Gestion Publica - UNASAM

Cuando se ve a Áncash desde afuera, pareciera una región bendecida. Minería, mar, montañas, energía, pesca y todo lo que podría hacer de ella un motor del desarrollo nacional. Pero acercándonos más, se ve otra historia: la de una región que “crece”, sí, pero que al mismo tiempo tropieza una y otra vez con los mismos problemas; la inestabilidad política, la corrupción y la mala gestión de sus recursos

En los últimos diez años, Áncash se ha convertido tristemente en un símbolo de la corrupción en los gobiernos regionales. Gobernadores que han pasado por el sillón regional, terminando su gobierno y muchas veces no, enredados en investigaciones y procesos judiciales que han sacudido el escenario político y paralizado la inversión pública clave para el desarrollo. Convirtiendose en un escenario de juicios, denuncias y una alarmante pérdida de la confianza ciudadana.

Las estadisticas parecen optimistas; la economía regional creció 6.8% en el segundo trimestre de 2024, gracias a la pesca, la minería y la construcción. El canon minero ha dejado millones, y los proyectos de inversión público-privada suman más de 5 600 millones de soles. Pero ese crecimiento tiene un sabor agridulce: no se traduce en mejores servicios, ni cierre de brechas, dejando muchas obras de envergadura inconclusas.

¿La razón? Una institucionalidad frágil. Áncash ha tenido más de cuatro gobernadores detenidos o investigados en la última década. Un récord que no enorgullece a nadie. esto debido a que cada cambio de mando paraliza proyectos, rompe equipos, detiene obras, y a veces borra de un plumazo lo que se pudo haber avanzado.

Y ahí uno comienza a entender que el problema no es la falta de recursos, sino la falta de dirección. Es como tener un enorme y fuerte barco, pero sin timón.

Áncash es resilente. A pesar de todo su economía sigue creciendo gracias a su riqueza natural y a sectores que funcionan casi por inercia. Pero ello no es lo mismo que avanzar. Una región no puede vivir eternamente del canon ni de la pesca. Necesita liderazgo, planificación y, sobre todo, transparencia.

La Contraloría General de la República a traves de la Gerencia Regional de Control en Áncash, ha levantado la voz más de una vez. Con informes de control, con cifras alarmantes: solo en 2024 se identificaron perjuicios económicos por más de S/ 32 millones y más de 1 800 alertas de control por riesgos en obras y servicios públicos.

Aun así, la Contraloría sigue con su rol: alerta, informa, recomienda. Pero su voz, aunque firme, a veces se pierde en el ruido político. Es difícil exigir eficiencia cuando los cambios de autoridades son tan frecuentes que apenas hay tiempo para implementar las correcciones.

“No podemos cambiar el pasado de Áncash, pero sí el rumbo de su historia si elegimos bien a nuestros gobernantes”