En días recientes, la Municipalidad Provincial de Huaraz realizó una intervención en el nuevo local de Dollar City, una cadena de retail internacional que ha apostado por instalarse en la ciudad. Esta acción ha generado debate entre empresarios, vecinos y especialistas en desarrollo local, pues toca un tema de fondo: la relación entre la inversión privada y el rol de las autoridades municipales.
La observaciones de la Municipalidad es sobre las rampas de acceso al estacionamiento de la tienda a inagurar, entender que no se trata únicamente de un procedimiento administrativo, sino de un mensaje a los inversionistas nacionales y extranjeros. Cuando una ciudad como Huaraz capital de la región Áncash y con gran potencial turístico y comercial recibe a una empresa de prestigio internacional, se abre una ventana de oportunidades: más empleos directos e indirectos, dinamización del comercio, formalización de proveedores locales y mayor recaudación tributaria para la propia municipalidad.
En lugar de generar un clima de incertidumbre o de aparente hostilidad, el gobierno local debería priorizar la facilitación de trámites, la asesoría empresarial y la seguridad jurídica, de modo que la inversión se sienta respaldada. Ello no implica renunciar a la fiscalización, que es un deber legítimo, pero sí exige actuar con criterio de promoción y acompañamiento, evitando trabas innecesarias o intervenciones que puedan interpretarse como un desincentivo.
La presencia de cadenas como Dollar City demuestra que Huaraz es una plaza atractiva para el capital privado. Corresponde a las autoridades municipales convertir esa atracción en una alianza estratégica: mientras las empresas generan empleo y movimiento económico, la municipalidad debe garantizar un marco de orden, legalidad y apoyo al emprendimiento.
En un contexto donde las ciudades de la sierra requieren mayores oportunidades para jóvenes y profesionales, cada inversión privada debe ser vista como un aliado en el desarrollo local. La pregunta clave es si Huaraz quiere proyectarse como una ciudad abierta y competitiva, o como una localidad donde la burocracia y la rigidez frenan su crecimiento.
La intervención a Dollar City debería ser, entonces, una ocasión para reflexionar sobre el modelo de gestión municipal: no se trata de obstaculizar, sino de acompañar. Porque en el desarrollo de una ciudad, el sector público y el privado no deben caminar en direcciones opuestas, sino en la misma ruta: la del progreso y bienestar para la población.
NO PERMITAMOS QUE "EL PERRO DEL HORTELANO" GOBIERNE NUESTRA CIUDAD.




